El deporte en México no es un monopolio militar: reflexión sobre los Juegos Olímpicos de París 2024
26 jul 2024
Alejandra G. Marmolejo
Profesora de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey, investigadora del Observatorio de Medios Digitales y entusiasta del deporte en México.
Los atletas de alto rendimiento y las fuerzas armadas en México guardan una relación estrecha que funciona como un parche presupuestal. En los próximos Juegos Olímpicos de París 2024, 46 de los 109 atletas representantes clasificados de la delegación mexicana pertenecen a algún sector del ejército; esta proporción se ha hecho cada vez más grande en las últimas décadas.
Este fenómeno no sucede porque las Fuerzas Armadas en México sean un monopolio deportivo: cada vez se entregan menos recursos al deporte de alto nivel, por lo tanto, las clasificaciones de campeonatos mundiales y olímpicos se limitan por la falta de presupuesto. Los atletas de alto rendimiento entrenan, en promedio, entre 4 y 8 horas al día; sin una beca deportiva no podrían dedicarse de tiempo completo a sus disciplinas. La milicia es una alternativa viable para muchos deportistas que necesitan de estabilidad económica, y en donde pueden desarrollar habilidades físicas que demandan los entrenamientos.
El 46% de los atletas mexicanos clasificados a los Juegos Olímpicos de París pertenecen a las fuerzas armadas y esta proporción se hace más grande con cada ciclo olímpico: menos deportistas que consiguieron un lugar en competencias oficiales, de 162 en Tokio a 109 en Paris. Mientras que los atletas militares obtuvieron las mismas plazas en comparación con el evento olímpico previo. Atletas como Nuria Diosdado (natación artística), Joana Jiménez (natación artística), Alejandra Orozco (clavados) y Gabriela Agúndez (clavados) pertenecen a las fuerzas armadas con rangos de sargentos y soldados auxiliares deportivos. Ellas también representan altas posibilidades meterse al medallero en estos Juegos Olímpicos.
Los escándalos deportivos también acechan a dichas atletas: la Comisión Nacional del Deporte y la filial internacional World Aquatics tuvieron un conflicto por el desconocimiento de Kiril Todorov como titular de la Federación Mexicana de Natación. Como consecuencia, Ana Gabriela Guevara, directora de la CONADE, decidió retirarles las becas deportivas a todos los atletas de disciplinas acuáticas acusando la imposición ilegal de un comité estabilizador por parte de World Aquatics.
Bajo estas condiciones resultan imposibles las garantías de entrenamiento para los atletas que compiten a nivel internacional. Se convierte en un círculo vicioso de incertidumbre y resultados ineficientes para el deporte en México. A pesar de este conflicto burocrático, Diosdado, Jímenez, Orozco y Agúndez lograron llevarse todas las medallas de oro disponibles en sus respectivas disciplinas en los Juegos Centroamericanos y Juegos Panamericanos de 2023.
Todas ellas tuvieron suspendidas sus becas deportivas, pero contaban con sueldos otorgados por las Fuerzas Armadas y con los recursos materiales administrados por la Secretaría de Defensa, entre otros donativos que recaudaron con patrocinadores privados. La estabilidad de los entrenamientos es vital para mejorar el rendimiento deportivo de los atletas, como la certidumbre salarial y recursos garantizados para presentarse en competencias deportivas.
El entorno militar es un parche que dejó la desaparición de programas al fomento deportivo de alto rendimiento. Casi todos los recursos dirigidos a la preparación de atletas de alto rendimiento son estatales, por lo que cada entidad define la cantidad de recursos que deben canalizarse cada año fiscal según las etiquetas de gasto federalizado. En palabras más dóciles: los estados tienen la última palabra para saber cuánto debe gastarse en recursos monetarios y materiales dedicados a los atletas de alto rendimiento. Casi todos los atletas que participan en competencias oficiales a nivel nacional están vinculados en un registro ante la CONADE, y de sus resultados depende si reciben programas de preparación deportiva, becas o acceso al Centro Nacional de Alto Rendimiento.
El desarrollo de una carrera deportiva dentro de la milicia es más estable: una vez que el aspirante es aceptado en alguna de las academias, la profesionalización deportiva va de la mano con el rango obtenido dentro del ejército. Desde los soldados auxiliares deportivos -quienes también entrenan a los recién enlistados- como sargentos y otros cargos con mayor autoridad y mejor ingreso mensual. Los estímulos otorgados para el deporte dentro de las Fuerzas Armadas son más estables que programas de corte social que podrían ser colapsados con otra etiqueta del presupuesto federal o simplemente desaparecerlos, como el extinto Sistema Mexicano del Deporte de Alto Rendimiento en 2016.
Patrocinios privados: nuevos problemas y viejas soluciones
Tampoco los patrocinios son suficientes. Por pura ley de oferta y demanda, las empresas le dan recursos al deporte si la disciplina es financieramente rentable en el corto plazo. El financiamiento dirigido al fútbol soccer en México es mucho más lucrativo que el resto de los deportes televisados, porque las aficiones consumen productos y contenidos durante 10 meses sostenidos, divididos en dos torneos al año. Los mundiales de otras disciplinas deportivas no tienen los mismos niveles de audiencia, por lo tanto, las ventas de los espacios comerciales son inexistentes a menos que se controlen por intereses de particulares, como el tenis, el boxeo y los mundiales de fútbol soccer. Los Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos viven al margen de derechos de transmisión de las televisoras.
Por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 no se televisaron por el duopolio Televisa – TV Azteca por una controversia con el Comité Olímpico Internacional. Ambas televisoras regatearon el costo del paquete de transmisiones, porque la cobertura de estos eventos no es redituable para la venta de espacios publicitarios y anunciantes. El COI terminó regalando los derechos de transmisión a televisoras públicas en México (Canal Once y Canal 22), pero los niveles de audiencia fueron paupérrimos por el margen de cobertura limitado de ambas señales televisivas.
La historia se repitió con Tokio 2020 (+1), justa olímpica retrasada por la pandemia del COVID 19. Las televisoras no tenían en sus planes financieros comprar los derechos de transmisión, pero Claro Sports, conglomerado de medios que pertenece a América Móvil, adquirió el paquete de transmisiones para plataformas digitales. La estrategia tuvo un alcance mucho mayor con las audiencias más jóvenes que consumen contenidos en plataformas como YouTube y representan mayor visibilidad en redes sociales. Donovan Carrillo, patinador artístico mexicano, se benefició por la emergente audiencia digital del los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing 2022.
Sin embargo, el deporte en México sigue sesgado como espectáculo, y potencial fuente de ingresos para los atletas. El himno nacional mexicano ha sonado durante las premiaciones olímpicas solo un par de veces desde 2008: con las medallas de oro de Rosario Espinoza, en Taekwondo categoría +67 kg en los juegos de verano de Beijing 2008; y con la selección mexicana de fútbol varonil en Londres 2012, la mítica alineación dirigida por Luis Fernando Tena y que incluía a Oribe Peralta, Andrés Guardado y Giovani Dos Santos.
La audiencia le daría preferencia absoluta al partido de fútbol que a la modesta transmisión del combate de Espinoza, también elemento de las Fuerzas Armadas mexicanas, un sábado por la mañana, que resistía a la diferencia de horarios de 14 horas entre el centro de México y Beijing. Estas condiciones pesan para la venta de tiempo al aire televisivo: es lógico que los patrocinadores elijan una cartera de espacios publicitarios en donde hay más entusiasmo de los televidentes, independientemente si el evento deportivo se transmite por televisión o YouTube.
Los anunciantes y patrocinadores apoyan durante una justa deportiva masiva porque hay más público cautivo. Pero la recta final de la preparación de los atletas ocurre en Juegos Olímpicos, y estos recursos ya no hacen sentido porque eran necesarios los años previos a la competencia. El desfase temporal entre la necesidad de los atletas por fondos financieros y la estrategia de publicidad de las marcas también es un problema lógico, pero poco visible, del deporte de alto rendimiento.
La estabilidad de los recursos para los atletas en las Fuerzas Armadas no es bueno ni malo: es una posibilidad para los deportistas de continuar en preparándose para competencias internacionales y entregar resultados óptimos. Pero no debe normalizarse que los atletas tengan que volverse militares para dedicarse de tiempo completo a sus disciplinas deportivas. Como audiencias podemos seguir competencias regulares, y darles atención a deportistas mexicanos destacados. También es importante atender presupuestalmente a programas dedicados al fomento del Alto Rendimiento: becas de larga duración, recursos para asistir a competencias internacionales, centros deportivos en buenas condiciones.
Mientras tanto, les deseamos la mejor de las suertes a los 109 atletas que representan a nuestra bandera. No fue fácil el camino de llegada, pero en un país con demasiadas necesidades, es un mérito por sí mismo la participación en Juegos Olímpicos de los atletas mexicanos.