12 nov 2024
Francisco García Benavides
Economía Política Internacional y Desarrollo Económico. Contacto: franciscogb@tec.mx
Decía Lenin que hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas.
Donald Trump ha regresado a la presidencia de Estados Unidos cuatro años después, tras obtener una victoria abrumadora en una de las elecciones con mayores consecuencias para el país y el mundo entero.
Trump no solo ganó los 270 delegados necesarios del Colegio Electoral, sino también el voto popular, algo que no sucedía para un republicano desde 2004, cuando George W. Bush venció a John Kerry. Además, consiguió la mayoría en el Senado y muy probablemente en la Cámara de Representantes: una victoria completa.
Fiel a su estilo, durante la campaña Trump criticó agresivamente a México, anunciando la imposición unilateral de aranceles, la renegociación del T-MEC, e incluso una posible intervención militar contra los cárteles de drogas.
Dado este complejo contexto para el actual gobierno mexicano, ¿qué consecuencias económicas podría traer una segunda administración de Trump?
Para empezar, Trump transformó la ideología económica del Partido Republicano, la cual estaba arraigada en la visión de Ronald Reagan (1981-1989), basada en políticas neoliberales como el impulso al libre comercio, nula intervención del gobierno e incluso la legalización de migrantes, como sucedió con la Ley Simpson-Mazzoli de 1986.
Cabe destacar que esta visión económica fue precisamente la que permitió la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y cambio la estructura económica de México, pasando de una economía dependiente de la exportación de petróleo a una orientada a la especialización en industrias manufactureras y agroalimentarias.
Si bien Trump y Reagan coinciden en la importancia de bajar impuestos, Trump ha priorizado políticas proteccionistas y barreras comerciales, al considerar que ciertos acuerdos son injustos para Estados Unidos, particularmente en relación con China y México. También ha implementado políticas migratorias restrictivas para limitar tanto la migración legal como la ilegal.
Actualmente, México y Estados Unidos comercian aproximadamente 1,500 millones de dólares diarios. En efecto, el 80 por ciento del total de las exportaciones mexicanas tiene como destino el mercado estadounidense. Es más, México ya es el principal proveedor de importaciones para Estados Unidos, superando a China.
Sin embargo, mientras que México celebra estos datos, en Estados Unidos son motivo de profunda preocupación, especialmente por los efectos negativos que ha traído globalización en la clase trabajadora de algunos estados—Wisconsin, Pensilvania y Michigan—, que de hecho fueron decisivos para la victoria de Trump.
Trump no ha dejado de reiterar que su palabra favorita es “tarrifs” y que él mismo se llama “The Tariff Man”. Por un lado, ha amenazado a México con imponer aranceles de entre el 100 y el 200 por ciento a los vehículos importados desde ese país, un sector que representa el 5 por ciento del PIB mexicano según el INEGI.
Aparte de esto, aplicará un arancel del 25 por ciento a todos los productos mexicanos, a menos que se detenga el flujo de migrantes y drogas hacia Estados Unidos, lo que sería devastador para México.
A estos riesgos se suman las amenazas de una negociación más dura en la revisión del T-MEC de 2026, especialmente en el tema laboral, las reglas de origen y los mecanismos de resolución de disputas. Esto se efectuará en el marco de la creciente preocupación de Washington de que China está utilizando a México como un trampolín para sus exportaciones, particularmente en el sector automotriz y electrónico.
Ciertamente, esta complicada renegociación, que busca proteger la industria manufacturera estadounidense, aunada a la intención de reducir la tasa del impuesto a las empresas de 21 a 15 por ciento, hará que México pierda atractivo como destino de inversión extranjera directa en el contexto del nearshoring.
Por último, si Trump cumple con su promesa de campaña de realizar una deportación masiva de inmigrantes, eliminando a alrededor de 11 millones de personas de la economía, se perderían todos esos consumidores y trabajadores, además de aumentar los costos laborales que dispararían la inflación nuevamente.
Para México, el impacto sería catastrófico, ya que afectaría negativamente el envío de remesas, una fuente vital de recursos para 4.9 millones de hogares y que representa el 4 por ciento del PIB según el INEGI.
Ante el huracán de Trump, deben reinar la estrategia y la paciencia. México ya cuenta con la experiencia de tratar con él, y no se debe olvidar que, pese a todos estos riesgos, el principal enemigo de Trump es China, no México.
Como decía el clásico estratega militar Sun Tzu: “en medio del caos, también hay oportunidades”.
Este texto es original del periódico Reforma y se encuentra en el siguiente enlace: https://www.reforma.com/causa-y-efecto-trump-2-0-y-mexico/ar2905034