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Gabriela González Flores

Los BRICS tras la cumbre de Johannesburgo

Entre el 22 y 24 de agosto se celebró la XV Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de los BRICS para trazar el futuro curso del bloque de naciones en desarrollo, la reunión se llevó a cabo en Johannesburgo, capital de Sudáfrica. Esta fue la primera reunión de forma presencial entre sus miembros tras la pandemia de COVID-19 y hubo un debate crítico sobre la expansión del grupo destinada a aumentar su influencia global.




El presidente chino Xi Jinping, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el primer ministro indio Narendra Modi y el ministro de Asuntos Exteriores ruso Serguéi Lavro, empezaron la cumbre discutiendo la agenda global y regional, así como las expectativas y objetivos para desarrollar la asociación BRICS en las dimensiones política, económica, cultural y humanitaria. Los líderes también discutieron la desdolarización de la economía global y la posibilidad de crear una nueva moneda de reserva.

Ahora bien, una de las grandes noticias resultado de esta reunión fue la admisión de Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Egipto, Argentina y los Emiratos Árabes Unidos a partir del 1 de enero de 2024, esto representa una expansión prometedora para la diplomacia global, ya que aborda cuestiones más allá de sus fronteras y podría conducir a cambios significativos en el panorama político y económico mundial.

La membresía al grupo BRICS se percibe como la entrada a un club no occidental donde los mercados emergentes y los países en desarrollo apuntan a revitalizar el multilateralismo a través de interacciones equitativas e intereses comunes. Para los países que han solicitado formal o informalmente ser miembros o han expresado interés en unirse, la membresía a los BRICS trae ventajas relacionadas con el comercio y el acceso a los mercados, la inversión extranjera directa y un mayor poder de negociación y voz en los asuntos internacionales.

Con la entrada de estos países se repitió el argumento de que los BRICS son un contrapunto al G7 y al orden internacional liberal. Sin embargo, las autoridades brasileñas, han querido negar esta idea. El presidente brasileño Lula da Silva y su ministro de Economía, Fernando Haddad, fueron claros al afirmar que no es la intención de los BRICS oponerse al G-7, al G-20 o a los Estados Unidos, lo que dista mucho de las declaraciones que los líderes del entonces BRIC dieron en su primera cumbre en 2009. Según ellos, los BRICS y su expansión reflejan un interés compartido entre sus miembros en organizar al Sur Global y abogar por agendas importantes para los países en desarrollo.

Al decidir a favor de una expansión, la primera del bloque en 13 años, los líderes del BRICS dejaron la puerta abierta a una futura ampliación, ya que docenas de países más expresaron interés en unirse a un grupo que esperan pueda nivelar el campo de “juego” global.

El ingreso de Argentina, Egipto y Etiopía a los BRICS, según lo acordado por sus miembros, fortalece las posiciones latinoamericanas y africanas dentro del grupo BRICS. Argentina fue uno de los primeros países en presentar oficialmente su candidatura a los BRICS. El país cree que su asociación con el grupo fortalecerá su imagen y contribuirá a la recuperación de su economía. Argentina también ha expresado interés en unirse al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés).

Mientras tanto, Egipto y Etiopía abordan las críticas sobre la representación de África dentro del grupo, incluidas las preocupaciones sobre el liderazgo real de Sudáfrica. La entrada de Etiopía se vio facilitada por su papel como sede de la Unión Africana (UA), que ha sido explorado desde 2013 en la Cumbre de Durban como un medio principal para fortalecer las relaciones entre los miembros del BRICS y el continente.


Un punto controversial es la entrada de Arabia Saudita e Irán porque plantean una serie de desafíos para los BRICS, tanto política como económicamente. Políticamente, ambos son países no democráticos y con relaciones de tensión con potencias occidentales. Económicamente, ambos países son miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), siendo Arabia Saudita el mayor miembro y también la mayor economía de Oriente Medio. Esto añade una nueva dimensión de influencia a los BRICS en medio de una competencia cada vez mayor por el acceso a los recursos energéticos.


La expansión no resuelve una serie de incertidumbres sobre el futuro de los BRICS porque si bien, por un lado, refuerza el reconocimiento y el peso de los BRICS en la política internacional, por el otro, desafía al grupo en términos de su cohesión e institucionalización.


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